POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO
La ciudad ha perdido su capacidad de asombro. Esta administración nos ha sumido en tal cantidad de irregularidades, improvisaciones, corrupción, desgreños y aberraciones que ya se nos hace normal amanecer con una nueva renuncia, un nuevo despido, un nuevo escándalo, o las evidencias fatales de actos impúdicos que quedan impunes por la inoperancia de nuestros órganos de control y de justicia.
Miremos, por ejemplo, lo que pasa en Aguas de Manizales: tres gerentes en un año; persecuciones y acosos laborales públicos del propio alcalde; clientelismo rampante; contrataciones amañadas; licitaciones con un solo oferente; direccionamiento de contratos; la Ptar más enredada que nunca; las inversiones paralizadas y, para terminar, cifras mentirosas, informes maquillados y embustes a los medios de comunicación y la ciudadanía, y una empresa al borde del colapso por renuncias constantes y despidos de personal.
Y como sé que los defensores de oficio del alcalde dirán que mis opiniones obedecen a odios personales, persecución a nombre de terceros y orfandad contractual, les voy a demostrar con hechos (¡Sí: los hechos hablan!) parte de lo que pasa realmente en esa entidad:
El presupuesto aprobado, que es la carta de navegación de la empresa y la hoja de ruta para trabajar con eficiencia, rendimiento y calidad, quedó aforado en $ 134 mil millones para el año 2020. Pues bien, como los índices de cumplimiento a noviembre 30 de 2020 eran catastróficos para la empresa (y, por su puesto, para la ciudad) esa cifra presupuestal sufre una disminución de $ 25 mil millones y con ello falsean los resultados de la compañía, convierten la ineficiencia en cifras positivas, hacen alarde de buena administración y llenan de embustes al público, al gobierno, a los órganos de control y a los usuarios. (Ver anexos extraídos de página web oficial)
Así, las inversiones (que son la razón de ser de la empresa) que hasta noviembre de 2020 estaban presupuestadas en $ 30.549 millones, se disminuyen en el mes de diciembre a solo $ 15.615 millones; y los recursos de capital que a noviembre estaban presupuestados en $ 32.119 millones, se disminuyen en el mes de diciembre a solo $ 9.592 millones. Es decir, como vieron que los resultados reales se alejaron sustancialmente de las metas que debían cumplir, simplemente cambiaron esas metas a última hora y con eso ajustaron sus índices de cumplimiento mostrando una falsa eficiencia, resultados positivos y proyección de calidad administrativa. Pero, además, como de la cifra de inversión presupuestada ($ 30.549 millones), a diciembre 29 solo habían invertido $ 3.636 millones, la incrementan con $ 3.044 millones de los contratos otorgados a dedo el 30 de diciembre a contratistas de Villavicencio, Bogotá y Pereira, y cuya ejecución total corresponde al año 2021.
En resumen: como la ineficiencia es palpable, deplorable y censurable a alguien se le ocurre la maravillosa idea de falsear las cifras y con ello acomodar los resultados catastróficos para convertirlos en un éxito administrativo, financiero y operativo. ¡Esto es un fraude! ¡Esto es doloso! ¡Esto es delictuoso! Pero, ¿quién es ese alguien? ¿La junta directiva? ¿El gerente? ¿El alcalde? En mi concepto, todos… El alcalde, porque así se ampare en que no es miembro de la junta directiva, él es quien la nombra y domina; la junta directiva (quien aprueba y vigila el presupuesto de la empresa), porque al aprobar los informes que se publican en la página oficial, funge de autora o coautora de este embuste; y el gerente, porque es su representante legal y tiene la obligación de proteger la verdad en una empresa que es de todos los manizaleños. (Tal vez por eso tanta renuncia: por dignidad y decoro)
Y ahora viene la pregunta mas desalentadora: ¿quién responderá? Seguramente nadie, porque dirán que el inexperto Carlos Mario merece otra oportunidad. Pobres. La inexperiencia puede merecer muchas oportunidades; pero la indignidad, la mentira, la corrupción y la desvergüenza solo merecen repudio, castigo, penalidad y sanción. ¿Permanecerán en silencio los gremios para ser testigos mudos del colapso? ¿Los miembros de junta directiva no saben acaso que su responsabilidad trasciende hasta acciones penales y fiscales individuales? ¡Pobre mi Manizales!
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